Nunca serás es una opera/performance en trece movimientos con chelo procesado de Violeta García, y composiciones de la banda Blanco Teta.
Esta ópera breve, pensada en formato site specific para Proa 21, alterna el punk noise con free jazz y pop.
Los movimientos de la ópera resuenan también en la voz de Esteban Manzano y en el laúd de Evar Cativiela que interpretan canciones barrocas y sefardíes que contrastan con la base noise y experimental de la pieza
Nunca serás revisita textos y performances de Effy Beth para crear una ópera monstruosa donde lxs performers Mabel y Marcelo Estebecorena, se apropian del espacio y, a partir de sus cuerpos que devienen sirenas, reviven el diario escrito por Effy.

Dirección: Gerardo Cardozo y Pablo Foladori.

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Hace varios años el colectivo Opera Periferica, dirigido por Pablo Foladori y Gerardo Cardozo, junto a la curaduría de Irene Gelfman, trabaja con la re-significación y apropiación de diversos archivos: partituras musicales, obras de teatro, manifiestos, entre otros. Gracias a una beca otorgada por el Fondo Nacional de la Artes junto a lxs performers Mabel, Marcelo Estebecorena, Sátira La castrada, la chelista y artista sonora Violeta Garcia, el grupo Blanco Teta, el cantante Esteban Manzano y el laudista Evar Cativiela, se decide trabajar con una recopilación de documentos personales de la performer trans Effy.

Effy nació en Israel en 1988 y fue anotada como varón. Vivió hasta los 25 años en Buenos Aires, donde encontró en el arte el modo de vida que le permitió deconstruirse y volverse inclasificable: transexual, bisexual, casta, judía, atea, extranjera, porteña, artista, mujer “potencial amenaza a tus prejuicios”, tal como decía la remera que usó en la Marcha del Orgullo LGTTBI de 2010. Llevó adelante un juicio al Estado para obtener un DNI con su nombre, en los momentos previos a la promulgación de la Ley de Identidad de Género.
El diario de Effy fue el hilo conductor que permitío al colectivo multidiciplinar acercarse para conocer las múltiples experiencias que la artista impulsó hasta el momento de su suicidio en el 2014. A partir de una lectura conjunta y de una puesta en común de ideas y sentimientos que despertaron los diversos documentos, fotografías, registros de performances y experiencias que narran sus conocidos en distintas entrevistas; se trazó una posible hoja de ruta que derivó en dos performance distintas pero a la vez complementarias: “Nunca serás” y “Siempre soy”. Effy partía desde un “no” y lo volvía un “sí”, en el arte, en el activismo y también en su vida personal. Por este motivo, ambas acciones performáticas actúan un ciclo que se retroalimenta y complementa, que invita a dejar de ver la vida, las identidades y personas como en un eje lineal, estanco, con un principio y un final claros, sino entender la necesidad de los cuerpxs e identidades de estar en constante cambio y mutación.
En esta oportunidad, las performances giran en torno a una pregunta: ¿cómo potenciar la productividad de un archivo para que logre escapar de su tendencia a localizar, contextualizar e historizar las prácticas de artistas que justamente como Effy intentaron trascender los límites de su tiempo?